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En un mundo perfecto todos seríamos igual de insignificantes. O igual de excepcionales. Nadie sobresaldría por encima de los demás ni a nadie se le señalaría con el dedo por ser mediocre.
Eso sería en un mundo perfecto.
En un mundo perfecto, Diego hubiera sido sólo un tipo que se divertía jugando con un balón.
Ni más ni menos.
Eso sería en un mundo perfecto.
En un mundo perfecto, Diego hubiera sido sólo un tipo que se divertía jugando con un balón.
Ni más ni menos.